Guerra comercial “slow grind”: mercados temen desaceleración pese a ligera calma tras EE.UU.–UE

Poco a poco, sin estridencias, pero sigue ahí. La llamada fase de “slow grind” en la guerra comercial entre Estados Unidos y la Unión Europea pinta un panorama más complejo de lo que parece: no hay un acuerdo espectacular a la vista y los mercados, aunque algo tranquilos, no terminan de respirar. Este culebrón comercial sigue dejando huella y puede que te estés perdiendo detalles que te afectan, aunque no lo parezca.

Qué es ese slow grind y por qué importa

El término “slow grind” se usa para describir esta fase en la que las negociaciones avanzan, sí, pero a paso de tortuga. En las últimas semanas el foco se ha apartado un poco de China y se ha puesto en la UE, sin que haya solución definitiva. Hay temas clave enquistados: el acceso al mercado agrícola europeo, la eterna pelea Airbus-Boeing, los precios de los fármacos o las barreras que enfrentan los fabricantes de automóviles americanos para vender en Europa. Aunque se ha tensado el terreno, no vemos ni bloqueos totales ni soluciones inmediatas. Esto deja los mercados en un limbo.
En este limbo, las bolsas no despegan con fuerza, el euro mantiene su fortaleza y muchos inversores se frotan las manos pensando que esto no es sano. Y no: un escenario de calma, sin calmeces de verdad, puede ser peor que un conflicto abierto. Cuando los riesgos son sin confirmar, la duda genera más nerviosismo que un apocalipsis anunciado.

Cómo entienden los mercados este tira y afloja

Algunos inversores lo ven así: “vale, no hay un desenlace ya… pero tampoco están destruyendo la relación transatlántica con bombas”. Y eso es bueno, hasta cierto punto. No es un acuerdo, sí, pero al menos hay señales de interés en no romper del todo. El efecto es mixto: no hay subidones de alegría, pero tampoco caídas urgentes.
Sin embargo, este “quedarnos a medias” mantiene la incertidumbre. El euro está fuerte, lo que complica las exportaciones europeas. En cambio, el dólar sufre, incluso alcanza mínimos frente a otras divisas porque EE.UU. está mostrando esos vaivenes de política comercial. Y si el dólar cae, la renta fija y los bonos emergentes se mueven también… así que no es un problema puntual: puede contagiar.
Además hay otro asunto, y es que Trump sigue lanzando advertencias: el mes pasado amplió aranceles al acero y el aluminio, ahora amenaza con electrodomésticos que contengan esos metales; además dice que impondrá gravámenes digitales si no se avanza pronto. Bruselas le dice que bueno, que prórroga hasta el 9 de julio para intentar cerrar algo. ¿Y sabes qué? La prórroga no significa solución, solo más tiempo para el baile sin figura clara.

Qué debes tener en cuenta si te afecta como inversor o profesional

Este enfoque “ni frío ni caliente” modifica tu forma de ver los mercados:

  • Si tienes inversiones en bolsa, sobre todo en empresas industriales, automoción o tecnología, ojo: el riesgo está ahí, puede subir o bajar.

  • Si trabajas en exportación, una moneda europea fuerte te pone cuesta arriba, aunque no haya nuevas subidas arancelarias.

  • Y si estás en bonos o fondos, este contexto mixto mantiene la volatilidad alta: no es un buen momento para buscar certidumbre a largo plazo.
    En definitiva, es un escenario en el que toca estar atentos, no dormirse pese a que parece “pacífico”. Si eres de los que revisan tu cartera… bueno, la cartera también te revisa a ti, ahora.

Por qué este equilibrio incómodo puede durar más de la cuenta

Estas negociaciones no tienen pinta de cerrarse en semanas. Hay demasiadas tensiones históricas: desde la industria agrícola europea (tan sensible) hasta los vuelos del Airbus/Boeing (una rivalidad con años de historia). Se añade la política interna de cada lado, las presiones de la Casa Blanca —que pueden endurecer posturas— y la posibilidad de represalias en sectores clave como tecnología o automoción.
La Unión Europea ha sacado pecho: pide que la tregua dure hasta el 9 de julio. Pero no es un acuerdo, es un “por lo menos déjanos respirar”. Así que nos quedamos en la famosa “zona gris”: ni guerra abiertamente, ni objeto de negociación terminada. Y eso, aunque parezca calma, es mortal de necesidad para unos mercados que necesitan claridad, no nebulosa.
Una lista (prometida única y breve):

  • Mantén diversificadas las inversiones y revisa si tienes exposición a sectores afectados.

  • Si exportas, contempla alternativas o protege contratos a medio plazo.

  • Si gestionas cartera, considera incluir activos defensivos o refugio.
    Este slow grind es el reflejo de una guerra que nadie quiere declarar, pero que sigue ahí, remachando sin prisa. No hay fuegos artificiales, pero sí incertidumbre a largo plazo. Y esta es la clave: no se ha solucionado nada, y hasta el 9 de julio –y quizás más allá– vamos a quedar en agua de borrajas, sin saber si atarán cabos, si se endurecen los aranceles o si vuelven a abrir vías de negociación. Así que toca estar alerta, afinar la estrategia y no fiarse aunque parezca calma, porque estas tensiones, aunque suaves, muerden.

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